| Descripción |
Caja con el interior del cuerpo barnizado y el exterior decorado con seres monstruosos. El cuerpo de la píxide está decorado con animales afrontados en tres parejas más un grifo. La primera pareja enfrenta a un león y una leona, entre ambos un motivo vegetal esquematizado: una rama roja con hojas en blanco. Tras la leona la esfinge se afronta a una pantera de piel moteada y mirada frontal. Entre ambos un arbolito en blanco. Tras la pantera, el grifo y detrás, un cánido, en actitud de atacar y con el rabo entre las piernas. Frente a él un ciervo también en posición de ataque. Hay seres protectores, como la esfinge y nobles animales de caza, como el ciervo pero también monstruos exóticos, como el grifo y los felinos, que representan el poder de una naturaleza lejana y desconocida, el mundo cálido de donde procede el perfume y las plantas aromáticas que tal vez contuvo esta cajita, que protegen los seres fabulosos.
La tapadera se decora con lengüetas verticales en la parte inferior del borde y greca de ovas y puntos en la superior. La decoración circular representa un mundus muliebris con la presencia de dioses. La escena no tiene lugar en el interior del gineceo sino en un exterior como lo muestran las ramas y elementos vegetales que llenan el espacio. Una mujer se sienta sobre uno de estos roleos esquematizados. Es la figura principal, tal vez Ariadna. Está vestida con peplo y adornada con pulseras, collar y pendientes en blanco, como las demás. Sentada hacia la izquierda, vuelve la cabeza hacia atrás, con la larga melena suelta sobre los hombros. Mira a dos mujeres que conversan con ella, la segunda, con el pelo recogido, apoya sus brazos sobre la espalda de la primera, tocada con sphendóne. Ambas llevan también peplo, detrás otra mujer manipula un quemaperfumes. Vestida con un peplo anudado a la cintura y el pelo recogido, su figura se dibuja bajo el vestido. Lleva en la mano izquierda una cajita, contenedora de esencias aromáticas, y con la derecha levantará la tapa del timiaterio que probablemente depositará en el taburete que está delante de ella. Estas tres últimas mujeres podrían pertenecer al ámbito humano de cualquier escena de gineceo. Delante aparece Dioniso en la iconografía habitual de esta época puesta de moda tras las imágenes del Partenón. Es imberbe y de cabello largo, coronado con las cintas del simposiasta. Está desnudo sentado en tres cuartos sobre su manto y lleva en su mano el tirso. Llama su atención un pequeño Eros en blanco tras él con el ruido del tímpano que está tocando mientras avanza hacia la última mujer, con el cabello cubierto con un sakkós que sujeta otro tímpano con la mano izquierda.
En nuestra caja de tocador se sugiere un ambiente galante donde no hay narración concreta, se elude la acción y todo es alusión, al exótico paisaje remoto poblado de fieras, geografía del mundo del perfume o a la prosperidad y felicidad de los bellos novios reflejados aquí en la bienaventuranza de la esfera de los dioses. Pero Dioniso es también dios de la muerte y estas cajitas son a veces ajuares funerarios. Matrimonio y muerte se unen muchas veces en el destino trágico femenino.
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